Elecciones en Venezuela y la impotencia de la OEA
La victoria de Nicolás Maduro en las elecciones venezolanas es cuestionada internacionalmente. La OEA denuncia manipulación, pero su capacidad de influir es limitada.
Edmundo González Urrutia, abanderado del mayor bloque opositor de Venezuela, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), y según esta, el verdadero ganador de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, agradeció este miércoles (31.07.2024) a la ONU, la OEA, la Unión Europea y a 18 países que pidieron "transparencia electoral con la publicación de todas las actas" de las presidenciales del pasado domingo. La victoria del presidente Nicolás Maduro es cuestionada por gran parte de la comunidad internacional y muchos mandatarios en América Latina.
"Me parecen muy acertadas y claras las declaraciones del presidente Chile, Boric, al afirmar que los resultados presentados por el régimen de Maduro no son creíbles. La comunidad internacional no debe reconocer al régimen de Maduro bajo ningunas circunstancias", declara a DW Ana Soliz de Stange, investigadora en el campo de las relaciones internacionales de la Universidad Helmut Schmidt de la Bundeswehr, en Hamburgo.
La OEA: un tigre sin dientes
El martes 30 de julio, la oficina del secretario general de la Organización de Estados Americanos denunció en un comunicado que las elecciones presidenciales del domingo sufrieron "la manipulación más aberrante" e hizo un llamado a que Maduro acepte "su derrota electoral". Pero ¿qué poder real tienen la OEA y otras organizaciones internacionales para presionar a Maduro?
Desde que comenzó la crisis política y humanitaria en ese país sudamericano, la OEA ha emitido numerosas resoluciones y declaraciones condenatorias, pero su capacidad de influir efectivamente en los acontecimientos ha sido muy limitada.
Mecanismos de presión y limitaciones
La OEA cuenta con una variedad de herramientas para ejercer presión, incluyendo sanciones, declaraciones públicas, y la posibilidad de suspender la membresía de un Estado. En 2017, la OEA votó para no reconocer la Asamblea Constituyente de Venezuela, una medida simbólica que subrayó su rechazo al régimen de Maduro. En consecuencia, Venezuela decidió retirarse de la organización.
Sin embargo, estas acciones no lograron cambios concretos debido, entre otros factores, al apoyo de aliados internacionales del gobierno venezolano. Países como Rusia, China e Irán han brindado apoyo económico, militar y diplomático al régimen de Maduro, contrarrestando en parte la presión de las organizaciones occidentales y regionales.
La falta de consenso entre los Estados miembros de la OEA también debilita la capacidad de la organización para tomar acciones contundentes. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, rechazó participar este miércoles de una reunión extraordinaria de la OEA sobre los resultados del proceso electoral de Venezuela, al denunciar la "parcialidad" por parte de la organización.
Ejemplos de impacto limitado
El caso de Venezuela no es el único en el que las acciones de la OEA han tenido un impacto limitado. En Nicaragua, la OEA ha condenado repetidamente las violaciones a los derechos humanos bajo el gobierno de Daniel Ortega, pero con resultados prácticos escasos. La organización también ha enfrentado desafíos similares en Bolivia, durante la crisis electoral de 2019, donde sus esfuerzos de mediación no tuvieron éxito.
La percepción de la OEA varía considerablemente entre los países latinoamericanos. Algunos ven a la organización como un instrumento valioso para la promoción de la democracia y los derechos humanos. Otros, sin embargo, la perciben como influenciada excesivamente por los intereses de Estados Unidos, lo que mina su legitimidad. Esa división interna limita la capacidad de la OEA para actuar de manera unificada y efectiva, no solo en el caso de Venezuela.
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